Lugar
de la provincia de Huesca, situado en el interfluvio de los rios
Guatizalema y Alcanadre.
Habitantes: 136. Extensión: 14,9 Km2. Altitud:
640 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 23 kilómetros.
Gentilicio: ibiecano.

Es puro somontano oscense, llanura al pie de la sierra
de Guara, que cierra el horizonte hacia el Norte: telón de
fondo siempre, sobre la planicie ocre salpicada por el negro de
los olivares y las carrascas. Campos de labor también, tierra rasa
que recibe de plano el sol y el viento, y también la lluvia
y la nieve que favorece la siembra. Caminos que se abren en todas
las direcciones, junto a los campos, bordeándolos. La tierra
se encrespa a trechos, pero muy levemente; le puede el llano.
Ibieca dista 23 kilómetros de Huesca, la capital.
El itinerario más recomendable es por la carretera de Barbastro.
A unos diecisiete kilómetros recorridos, pasada la villa de Siétamo,
se halla en plena carretera el desvío para Ibieca, a la izquierda.
Bastarán seis kilómetros más -atravesando el casco urbano de Liesa-
para llegar al pueblo. Una nueva carretera a la salida de aquel
pueblo, más ancha y de regular firme, facilita el acceso a Ibieca.
Las casas se divisan al coronar el último desmonte. Los antañones
olivos se meten prácticamente en el casco urbano.
Allí mismo, en lo alto de la cuesta, el viajero se
encuentra con una flecha indicadora señalizando la ermita de San
Miguel de Foces, aunque para llegar a tan singular monumento nacional
haya que rebasar el casco urbano de Ibieca. La primera vez que se
trata de ir a la ermita, puede no resultar fácil, porque no es visible
a lo largo de más de 2 quilómetros de polvorienta pista, hasta que
se está prácticamente encima.
Arriba enlaza la llanura otra vez. Un discreto monumento
recuerda el antiguo cementerio casi en una prolongación del caserío,
siguiendo carretera adelante. En el centro del casco urbano, se
abre una plaza rectangular -sobre la que se encienden hogueras en
las fechas tradicionales-, que fue, al decir de los ibiecanos, el
patio de armas del palacio del duque de Solferino. Las piedras armeras
campean sobre las portadas de buen número de edificios, grandes
portalones más bien, adovelados, formando arcos de medio punto.
Los antiguos infanzones dejaron grabada así la huella de su pasada
grandeza.
La iglesia parroquial de San Clemente papa, reconstruida
en 1563, tiene aspecto de fortaleza. Es un edificio con una sola
nave de cuatro tramos y capillas en los laterales, que se cubre
con bóvedas estrelladas. La torre sube, de planta cuadrada, con
chapitel piramidal entre cuatro pilastras.
El casco urbano propiamente dicho se recuesta en una
ladera, orientado al mediodia. Arranca de la carretera y desciende
hacia una vaguada de campos de labor, que enlaza al otro lado con
frondosos olivares. El trazado de las calles es bastante irregular.
Partiendo de la plaza principal se puede dar la vuelta casi completa
al edificio de la iglesia, para salir, bordeando la torre campanario,
a la otra plaza que sirve de arranque al camino que lleva a la ermita
de San Miguel de Foces. El acceso se efectúa bajo un pasadizo que
une las casas de ambos lados de la calle.
La iglesia fue restaurada en 1605 según señala Escolástico
Ferrer Villa, estudioso de los pueblos oscenses, el cual cita a
Domingo lsola como arquitecto restaurador. De la misma manera apunta
Ferrer Villa que el origen del nombre de lbieca puede hallarse en
los numerosos ibones que fecundan el término municipal, de casi
15 kilómetros cuadrados de superficie. lbones que más bien merecerían
el calificativo de balsas, aunque el vocablo se trueque ya en montañero
cuando llega al somontano.
El lugar fue conquistado por Sancho Ramirez. Al señorío
de Foces sucedió el de la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén,
por designio de don Ximeno de Foces.
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Fue éste (D. Ximeno de Foces) precisamente, el que
costeó a sus expensas la ermita de San Miguel, levantada en sus
posesiones. Esta ermita -templo y santuario a la par- es una acabada
muestra de la transición del románico al gótico, con la particularidad
de que su portada se parece a la catedralicia de Valencia. Al parecer,
don Ximeno de Foces quiso que fuera una fiel réplica, ya que por
aquel entonces él desempeñaba la procuraduría del Reino en la capital
levantina.
El camino para San Miguel de Foces da la vuelta a
lbieca por la parte del mediodía, al otro lado de la vaguada. Es
un templo de cruz latina, con tres ábsides poligonales, el central
de superior envergadura. Los ventanales dejan traslucir la armoniosa
transición del estilo románico al gótico. Se trata de un monumento
nacional bastante bien conservado, si consideramos que se halla
situado en una paramera alejada del pueblo.
En San Miguel de Foces fueron enterrados los primeros
señores de este apellido. Ferrer Villa hace la siguiente descripción:
"En el nicho correspondiente a don Atho, hijo de don Eximio,
se lee este epitafio traducido a nuestra lengua: "En el año del
Señor de 1302, dia lunes 19 de septiembre, murió el noble Atho de
Foces, hijo del en otro tiempo noble Eximio de Foces, que edificó
esta iglesia, cuyas almas descansen en paz". El interior de
las capillas está decorado con pinturas de gran valor. En la de
don Ximeno aparece la figura de Jesús sedente, bendiciendo, y a
los lados, ángeles. Debajo, Jesüs crucificado y los doce apostoles,
seis en cada lado, con sus nombres en caracteres monacales. El sarcófago
se apoya sobre cuatro columnas.
En relación con los hospitalarios se cuenta una leyenda
sobre cierto Fraile alquimista, al que un noble judío pidió que
curara a su hija de mal de amores. Como quiera que el fraile se
negó, el judio tomó venganza pasando a cuchillo a todos los frailes
del monasterio, en la noche de San Juan Bautista, durante el rezo
de maitines, cuando se disponían a celebrar la fiesta. La mancha
de sangre producto de aquella gran matanza impregnó el muro interior,
y aún hoy día sigue allí en recuerdo del trágico suceso.
La tradición permanece viva en Ibieca. Asi, todavía
en nuestros tiempos trasladan procesionalmente a la Virgen de Foces
para que cuide las cosechas. El traslado desde la ermita al pueblo
se efectúa el 15 de Mayo, y el regreso de la imagen a la ermita
tiene lugar el primer Domingo de Septiembre, cuando se ha efectuado
la recolección.
El 8 de Septiembre se celebra la fiesta pequeña, prólogo
de la mayor, que llegará el 23 de Noviembre. Objeto especial de
veneración es también una reliquia de Santa Orosia, que llegó a
lbieca procedente de Jaca, por medio de don Antonio Lacadena, que
fue arcipreste de aquella catedral. Ibieca tiene una hermosa historia
tejida en torno a su monumento nacional de San Miguel de Foces.
De allí salió también un día doña Godina, hija de Atho de Foces,
para hacerse cargo del señorío de La Almunia, y así bajaron los
aires puros del somontano oscense hasta las tierras riberas zaragozanas.
Alfonso Zapater:
"Aragón Pueblo a Pueblo"
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