Queda de todo
el conjunto el maravilloso templo, del cual marca su construcción el momento
preciso de la transición del románico al g6tico, con portada de tipo limosino,
labrada con el más exquisito gusto románico, constando de cuatro arcos
semicirculares que disimulan el grueso del muro, ricamente bordados en
zig zag -en arcos recortados en medias cañas y en puntas de diamante-,
quedando encerrada toda la arquivolta por una bonita franja que cubre
también con dibujo, la imposta de suslabrados capiteles de forma corintia,
con su ábaco cubierto de hojas de fina labor.
El tímpano o dintel está labrado en finísima
labor y cubre la notable portada una ligera comisa, descansando en catorce
canecillos de sencilla traza.
En su interior, en el muro del crucero, el escudo
de los sanjuanistas, consistente en la cruz de ocho puntas en memoria
de las ocho bienaventuranzas.
El ábside está formado por tres: el central que
corresponde al presbiterio y los dos laterales que pertenecen a las dos
capillas laterales con las que se llena el espacio del crucero. El ábside
central es octógono con gruesos contrafuertes que suben hasta el
tejado, rasgando sus lienzos con largas ventanas coronadas de arcos ojivales
unas veces, y otras con arcos de medio punto, adornados con delgadas y
esbeltas columnas, disimulando el grueso del muro, con pequeños capiteles
de forma cónica, con follaje. Estas ventanas estuvieron en su principio
abiertas y con vidrieras, con lo cual habría abundante luz en el interior
del templo. Los ábsides laterales son iguales al central pero de nivel
más bajo para realzar el central en cuya parte alta aborda el muro
un hermoso roset6n destrozado y ruinoso. La cornisa que sostiene el tejado
descansa en una serie de canecillos sencillos y el tejado descansa en
las bóvedas directamente y sin maderamen alguno, ya que la bóveda está
formada por piedra labrada como solo se hacía en las grandes construcciones
románicas.
El lugar donde está el campanario era la torre
cuadrada que llamaríamos del homenaje, la cual estaba comunicada con las
habitaciones del comendador.
El claustro estaba situado al norte del templo y todavía pueden verse
restos que afloran.
Al penetrar en su interior observamos su traza
o planta de cruz latina, su nave principal es muy breve, prolongándose
dos tramos cortos hacia sus pies; por su cabecera termina en el crucero,
en el que directamente se apoyan sus tres capillas poligonales; resulta
pues, un templo excesivamente ancho para su longitud.
Llama poderosamente la atención, su gran pila
de piedra, de una sola pieza, situada en el ángulo enfrente de la puerta.
Esta pila que nos recuerda que fue templo parroquial del pequeño pueblo
de Foces.
Ojival es su bóveda, de severa sencillez,
desprovista de nervaduras, que descansa en arcos ojivales que arrancan
de unos canecillos en la parte inferior, que a su vez, van entrando hasta
confundirse con el muro. Toda la ornamentación se guarda para el crucero,
desapareciendo ya la cúpula de las construcciones románicas, pues la vienen
a sustituir el cruce de arcos y nervaduras, descansando en gruesas columnas
que, en haz suben en los cuatro ángulos centrales, adornadas con capiteles
románicos que podemos asegurar son del más fino follaje de los que se
han labrado; se esparcen en nervios por la bóveda cual ramas de corpulentos
álamos que quieren cubrir con sus hojas el templo.
Se trata de un templo donde se resuelve con una
inusitada gallardía el ojival, precisamente en sus tres capillas en que
termina el templo. La central, es de mayor anchura y elevación; en su
base las columnas son también románicas, con delgados fustes y pequeños
capiteles recubiertos de follaje, con finas cornisas de media caña, de
las que arrancan los arquitos de igual talla que coronan las ventanas
ojivales. uniéndose en su centro los ocho arcos iluminados por la luz
que penetra por el rosetón y que se va difuminando por unos círculos que
hay en el delgado lienzo de cada arcada.
En las capillas laterales, hay arcos ojivales
que descansan en bonitos capiteles, en los que se observa la fusi6n del
románico con el ojival, y aquí van hermanadas las gruesas columnas del
yacente estilo con los del delgado fuste naciente, en una conjunción inigualable
del románico y gótico.
La Ermita de San Miguel de Foces es Monumento
Nacional desde el 13 de Marzo de 1916.
|
En los dos lados o muros del crucero, hay amplios
arcos ojivales, cuys huecos fueron destinados para proteger unos sepulcros
de grandes dimensiones.
Dentro de este gran tesoro de belleza que encierra
Foces, siempre destacó la pintura mural que ornamenta los huecos de los
sepulcros y que D. Valentín Carderera, pintor de S.M. que alcanzó a ver
todo el crucero pintado con
pasajes de la Virgen, calificó como obra de gran valor.
La pintura del sepulcro de D. Atho de Foces representa
a Jesús crucificado, con la Virgen y San Juan a los lados en el cuerpo
alto; debajo se extiende una bonita orla bizantina y en el centro una
cartela con inscripción. Debajo, hay dos ángeles en actitud de volar,
conduciendo un alma al Cielo. En el intrad6s del arco completan la decoración
dos ángeles y dos santos.
La decoración del segundo sepulcro consiste en
Jesús crucificado también, ocupando el centro, y ambos lados los apóstoles.
Corre otra bonita orla bizantina que separa este cuadro de superior que
ocupa el tímpano, donde se representa al Salvador sentado en un trono;
en el intradós, en la parte alta, hay ángeles, y debajo de éstos, San
Francisco a un lado y Santa Catalina; a otro lado, Santa Margarita y San
Juan Bautista.
|