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Especial Huesca-Jaca
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      Desde Graus, tomando la carretera general que se dirige a Benasque y Cerler, llegaremos a Perarrúa: tranquila y agradable población bañada por el Esera, con los restos del Castillo de San Clemente vigilando celosamente, sus antiguos dominios.
      Originario del siglo Xl, aún conserva buena parte de la torre circular y restos de su Besians,  puente románico. capilla. En la plaza de la población, visitaremos la iglesia parroquial de San Martín (siglo XVII), de recia torre cuadrada, rematada por un campanario de estilo mudéjar decorado con azulejos. Junto al cementerio, la ermita románica de la Virgen de la Ribera (siglo Xil) parece reclamar silencio y respeto para las almas que allí yacen.
      A la entrada de la población, el viejo puente reclamará nuestra atención con sus encantos medievales. Se la prestaremos sin demora mientras seguimos pensativos, el cauce del río Esera, que inaccesible al desaliento sigue bañando sus piedras centenarias.
      A muy poca distancia de Perarrúa, a orillas siempre del Ésera, se encuentra Besians. Esta población tiene su contrafuerte en los restos de otra más antigua, situada en un promontorio cercano, al que podemos acceder por un sendero que se inicia cruzando el puente. Una vez arriba, admiraremos la iglesia de San Juan Bautista (siglo XII) y lo que queda de un viejo castillo.
       Una de las tradiciones mejor conservada de la aldea, son las respresentaciones folclóricas en honor del patrón del lugar, San Domingo de Guzmán. Las Pastoradas, como comunmente son conocidas las fiestas, representan mediante dos personajes antagónicos,  Panorámica de Besiáns. los contrastes, diálogos y costumbres populares (expuestos ellos de forma burlesca y satírica), las instituciones y el ayuntamiento. Suelen finalizar ante una mesa con abundante comida y buen vino.
      Antes de llegar al túnel del mismo nombre, encontraremos Santa Liestra y San Quilez, como las dos anteriores, pegadas al río. La iglesia del siglo XVI y algunas edificaciones medievales son los detalles más interesantes del lugar; aunque, en la parte alta del túnel, la ermita románica de la Pietat parece reclamar algún osado excursionista que encuentre la forma de rendirle una breve visita. Medio escondida entre la vegetación, la ermita conserva un bonito ábside y un campanario de doble espadaña. Una vez cruzado el túnel, el Ésera se muestra agitado y sinuoso, en un claro aviso de la proximidad de las montañas.


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